martes, 9 de agosto de 2016

ESCAPULARIO SALVADOR





El fallecido portaba un escapulario

Un sacerdote y médicos impactados, pues un hombre dado por muerto revive y pide ser confesado

Un sacerdote y médicos impactados, pues un hombre dado por muerto revive y pide ser confesado
¿Cómo reaccionaría usted si en forma imprevista viera a un hombre muerto volver a la vida? El padre John Higgins lo puede decir, porque fue testigo de aquello.




El padre John Higgins es un hombre "simpático, espontáneo, amable y afectuoso, un sacerdote muy entregado a su tarea", dice el periodista Joseph Pronechen quien tras entrevistarlo publicó en el National Catholic Register los extraordinarios acontecimientos que Higgins y un equipo de médicos en Estados Unidos presenció...

Nacido en Indianápolis, John quedó pronto huérfano porque su padre murió en la guerra de Corea en 1951. Ese año su madre y él se trasladaron a California donde recibió una educación metodista que no tocaría su corazón...

En 1969 se convirtió al catolicismo, cinco años después ingresó en el seminario y recibió el sacerdocio en 1981 de manos del cardenal Timonty Manning. Hoy está al frente de la Parroquia de San Ramón Nonato en Downey, ciudad al sureste del condado de Los Ángeles (USA) donde es toda una institución, puesto que es el capellán de dos instituciones muy queridas: Bomberos y los Caballeros de Colón.

Todos pensaron que era demasiado tarde

Hace algunos años, el sacerdote John Higgins era vicario en la parroquia San Rafael, del barrio Goleta (en Santa Bárbara, California). Acababa de decir misa para un grupo de adultos jóvenes con quienes se disponía a compartir una parrillada, cuando le llamaron urgentemente para que acudiese al hospital a dar la extremaunción a un anciano que acababa de ingresar con un ataque al corazón.

 Así que, voluntarioso y entregado como siempre, aquel día el padre Higgins renunció a la compañía -como a la sabrosa comida- y partió veloz hacia el servicio de Urgencias del Goleta Valley Community Hospital.

Enseguida saludó a la enfermera encargada, Ann, feligrés de su parroquia junto con su marido e hijos, y quien solía llamarle en casos similares.

"Ann me dijo: 'Vaya, padre, llega usted demasiado tarde'. Estaban empezando a desconectar los cables del monitor de signos vitales", recuerda el sacerdote: "Me acerqué al hombre y comenté: 'Mira, lleva un viejo escapulario'. Y lo toqué".

 Justo entonces, dice, empezó a escucharse un bip-bip...

 -¡Padre! ¿Qué está haciendo? -dijo Ann.

 -¡Nada! -contestó el sorprendido sacerdote.

 ...El hombre había empezado a respirar.

Dios en un parte médico

Rápidamente Ann y otra enfermera comenzaron a reconectar de nuevo al paciente, mientras los del servicio de emergencia que lo habían llevado hasta allá se quedaban "con la boca abierta".

 Entonces el anciano abrió los ojos, miró al padre Higgins y le dijo "con acento irlandés": "Padre, me alegro de que esté aquí. Estaba esperando por usted. Quiero confesarme".

Padre John no daba crédito: "¡Estaba absolutamente en shock!", reconoce. La confesión tuvo que esperar porque de inmediato sacaron al paciente para continuar la reanimación: "Le bendije al pasar, no tuve tiempo para más porque se lo llevaron".

 Higgins recuerda que el médico de urgencias salió a toda prisa de su despacho, incluso algo "molesto porque estaba ya redactando el certificado de defunción", que tuvo que romper. Le prestaron una silla al sacerdote: "Me senté un segundo, porque estaba asombrado".

Un segundo milagro

Semanas después, el anciano irlandés acudió efectivamente a confesarse con el padre Higgins. Le contó que los médicos del servicio de emergencias que le habían llevado al hospital acudieron a visitarle a la habitación y le enseñaron el parte oficial de su intervención.

 "Justo debajo de la hora y fecha de su defunción", cuenta Higgins, "habían añadido en mayúsculas y negritas: DEVUELTO A LA VIDA POR DIOS".

 El anciano le contó además al sacerdote que le habían puesto en lista de espera para un trasplante de corazón: "Pero unos seis meses después vino a verme y me dijo que le habían sacado de la lista porque su corazón se había curado".

Las gracias del escapulario

Todavía hoy Higgins habla de milagro: "Fue una gran alegría. Y sigue anonadándome. No tengo ni idea de lo que pasó. Dios actuó... Lo que sucedió fue según la voluntad de Dios".

Pronechen, el periodista que firma la crónica en el NCR, concluye la historia recordando la promesa de Nuestra Señora en 1251 a San Simón Stock para quienes lleven el escapulario con devoción: "Quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno".

Y cita además unas palabras de Pío XII que parecen escritas para el anciano irlandés a quien salvó, sin pretenderlo, el padre Higgins: "¡Cuántas almas, incluso en circunstancias en las que humanamente hablando no había esperanza, deben su conversión final y su salvación eterna al escapulario que llevaban! ¡Cuántas, gracias a él, han experimentado la protección maternal de María en peligros para el cuerpo y el alma






 FACEBOOK

martes, 2 de febrero de 2016

SIERVA DE DIOS SOR PATROCINIO : ESPAÑA



Pocas religiosas en la historia de España han sido objeto de tanta controversia como Sor María de los Dolores de San Rafael y Patrocinio (1811-1891), conocida popularmente como Sor Patrocinio y, peyorativamente por sus enemigos, como La Monja de las Llagas


Peyorativamente, porque sus enemigos, los liberales de entonces y a su cabeza el políticoSalustiano Olózaga (1805-1873), querían hacer pasar por falsaria o visionaria a quien Dios señalaba con el dolor y la gloria de los estigmas de la Pasión. Tanto, que ordenaron detenerla y juzgarla y durante años la calumniaron y difamaron, temerosos de su influjo sobre la reina Isabel II y, por encima de todo, sobre el pueblo fiel.


Una fotografía histórica, años después de la detención: de izquierda a derecha, Sor Patrocinio, Isabel II, su esposo Don Francisco de Asís y el arzobispo de Toledo, Cirilo de Alameda.


Este jueves 21 de enero se presenta un libro que va a cambiar radicalmente el juicio de la Historia sobre Sor Patrocinio: Las llagas de la monja. Sor Patrocinio en el convento del Caballero de Gracia (San Román), editado y anotado por Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, y con introducción de Eudaldo Forment, catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona.




El acto tendrá lugar a las 19.30 horas en el convento de concepcionistas franciscanas de la calle Blasco de Garay, 51-53 (Madrid), y en él participará, junto a los profesores Paredes y Forment y otras personalidades vinculadas a la congregación, el director del diario La RazónFrancisco Marhuenda.


Registro fiel de una vida sobrenatural
Las llagas de la monja es el resultado de una investigación de años del profesor Paredes en torno a la Madre Patrocinio, quien tomó el hábito en el convento de Caballero de Gracia el 19 de enero de 1829 tras una infancia espantosamente dura (su madre la abandonó primero y quiso envenenarla después, como se desvela en la obra), experimentó la primera llaga en julio de ese año, fue atacada de forma brutal y ante testigos por el demonio, profesó el 20 de enero de 1830, el 13 de agosto de 1831 recibió la aparición de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias y el 7 de noviembre de 1835 fue arrestada para intentar destruir el foco de piedad popular para los madrileños que había empezado a ser aquel convento a raíz de la aparición.



La abadesa del convento en aquellos siete años, la Madre Pilar, recibió en 1830 la orden de sus superiores de ir anotando todo lo que viera sobre las experiencias místicas de Sor Patrocinio. La Madre Pilar lo hizo, dando lugar a un relato que, una vez enviado a quienes lo habían encargado, ha permanecido escondido e inédito  hasta ahora, fuera de una corta tirada en 1904 para uso exclusivo de los conventos de la orden, de los cuales hasta 18 fueron fundados por La Monja de las Llagas en años posteriores. 


En el centro de la foto, el primitivo convento del Caballero de Gracia, según la maqueta de Madrid de 1830 de León Gil Palacio que puede verse en el Museo Municipal de Madrid.

Ahora se publican íntegras esas Anotaciones de la Madre Pilar, abadesa del convento del Caballero de Gracia, quien las concluyó en 1838. Estaban destinadas a ser sólo un informe oficial, y están escritas sólo por obediencia y con desagrado, porque obligaba a la religiosa a convertirse casi en espía de alguien bajo su autoridad y a quien amaba y admiraba. Por eso se constituyen en testimonio de primera mano, fehaciente y honesto, sobre las virtudes sobrenaturales de Sor Patrocinio.


La sangre lo empapaba todo
Respecto a las llagas, cuenta que las descubrió al tropezar un día con ella y advertir un gesto de dolor en el costado, por el que le preguntó. Como siempre, porque nunca se quejaba de nada, Sor Patrocinio le quitó importancia, pero la Madre Pilar, temiendo que fuese algo importante, le conminó por obediencia a decirle qué le pasaba.



Informado del caso el padre Cirilo Alameda, arzobispo de Cuba, superior general franciscano, y posteriormente primado de España, le ordenó que la examinase: "A costa de mucha vergüenza suya vi la llaga, porque siempre se ha advertido en esta criatura un rubor y un sentimiento tan natural cuando se ha conocido o visto las cosas admirables que ha obrado y obra el Señor en ella, como si hubiera cometido el mayor defecto".



Al principio la abadesa ocultó los hechos a las demás hermanas y ella misma lavaba la sangre, pero ésta era al final tan abundante que hubo que revelar a todas la causa. Y con tres de ellas como testigos, durante un éxtasis en la víspera de la Ascensión de 1830, se le imprimieron el resto de las llagas.



"La sangre que sale de todas es con tanta abundancia a veces, que no podía vivir al parecer naturalmente, pues la del costado, después de calar el paño que siempre lleva en ocho dobleces, pasa una plancha de hilas, la túnica de lana, el justillo, el pañuelo y el hábito, que siempre es gordo, le rebalsa, y cae hasta la fimbria del mismo hábito", cuenta la Madre Pilar.




Quien piense que todas las religiosas del convento (que, más allá de los estigmas, conocían día a día la santidad de su hermana) cayeron en una trampa, se equivoca. Dos de ellas -y lo cuenta la misma abadesa- concibieron hacia ella una aversión tan grande como para molestarla durante sus éxtasis con auténticas agresiones, como pincharle la nuca con una aguja o ponerle una vela encendida bajo un agujero de la nariz.


Ataques brutales del demonio
Si dejamos de lado las llagas, el episodio más llamativo al que asistieron las concepcionistas franciscanas del convento del Caballero de Gracia fue cuando el diablo se la llevó de allí. Literalmente. Sor Patrocinio solía recibir tremendas palizas suyas, pero el 26 de octubre de 1830 dio un paso más: "El demonio la sacó del convento, lo que tanto ha servido para mofa y escarnio de los impíos, pero como fue verdadero y hay tantos testigos como monjas viven en la actualidad de las que había entonces, no lo debo omitir".



Y es que fue un auténtico vuelo durante el cual el Maligno la llevó por los aires fuera del recinto conventual, golpeándola contra varios sitios y dejándola magullada y agotada durante varios días: "Echó mucha sangre cuajada y renegrida por la boca". Estos ataques sólo cesaron tras la aparición de la Virgen del Olvido, quien le prometió encadenarle a partir de entonces.

Exquisita caridad
El carácter reservado del documento de la Madre Pilar, así como la precisión de la narración y la identificación en ella de los testigos de cada hecho sobrenatural extraordinario, sólo tres años después de la detención de Sor Patrocinio, confieren al libro un apabullante valor de prueba, realzado por las notas de contexto del profesor Paredes. 



Por si permaneciesen las dudas, el estudio introductorio del profesor Forment, miembro de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino, analiza los éxtasis, visiones y estigmas de La Monja de las Llagas a la luz de la doctrina de la Iglesia y la teología católica, concluyendo su autenticidad: "Sor Patrocinio, por estos fenómenos místicos extraordinarios y, sobre todo, porque vivió en perpetua contemplación, sufrió en silencio, tomó el dolor y lo convirtió en reparación, y todo ello con humildad y exquisita caridad".


El manto azul fue un privilegio concedido por el Papa Pío IX a Sor Patrocinio, pues antes de la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción sólo se usaba en circunstancias especiales.


Javier Paredes destaca para ReL este último extremo: "A pesar de todo lo que le hicieron durante tantos años y de todo lo que dijeron de ella, en los miles de folios que componen su correspondencia privada no se encuentra ni un solo reproche. No se queja nunca". 

Una hermosísima consideración sobre la Virgen
Entre los apéndices de Las llagas de la monja destacan las dos novenas compuestas por Sor Patrocinio a poco de cumplir los veinte años, una a la Virgen del Olvido y otra al Santísimo Cristo de la Palabra. Sorprende la perfección de su prosa en una joven sin estudios de ninguna clase. Forment no duda en comparar las consideraciones sobre la Pasión de Sor Patrocinio con las meditaciones de San Alfonso María de Ligorio.



En la oración del Octavo Día de la novena a la Virgen del Olvido,  y para obligarnos a considerar y practicar esta devoción, se dirige a ella con una pregunta comprometida: "¿A quién amáis más tiernamente, a Jesús o a nosotros?". Y responde sorpresivamente: "Pues a vuestro dulce Jesús le ofrecéis, le entregáis Vos misma con un querer el más generoso a la cruz y a la muerte por nosotros... Sabéis que el grande medio de agradarle y amarle es que nos améis a nosotros, ofreciéndole Vos misma en sacrificio como víctima de nuestra eterna salvación".



Recordamos: presentación del libro este jueves 21 a las 19.30 horas en el convento de Blasco de Garay, 51-53 (Madrid).


 FICHA TÉCNICA COMPRA ONLINE
Título:Las llagas de la monjaOcio Hispano
Autor:Javier Paredes (editor)
Editorial:San Román
Páginas:334 páginas
Precio19,00 €

VÍDEO RELACIONADO - La Virgen del Olvido vuelve donde debía

Se está restaurando la devoción a la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, un culto aplastado deliberadamente durante la desamortización de Mendizábal cuando se estaba ganando el corazón de los madrileños. Tiene su origen en la aparición en 1831 de la Santísima Virgen a Sor Patrocinio, la célebre Monja de las Llagas (aparición aprobada por el Papa Gregorio XVI), y su final -la devoción se ha mantenido desde entonces de forma minoritaria- en la aversión a la religiosa de un político, Salustiano Olózaga. Así lo explica en este vídeo Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares. 







 FACEBOOK