miércoles, 29 de agosto de 2012

Famosa que posó desnuda se convierte a la fe católica

La estadounidense Donna D´Errico
De posar desnuda para la revista Playboy a rezar el rosario todas las noches con sus hijos
Además, prepara un documental para la televisión sobre los últimos descubrimientos sobre la localización del Arca de Noé.
Actualizado 29 agosto 2012

Donna D’Errico ha dado un giro total a su vida. De haber posado en la revista Playboy en 1995 y tras participar entre 1996 y 1998 en la conocida serie televisiva Baywatch (Vigilantes de la playa) ahora es una devota católica y prepara un documental sobre el Arca de Noé.

Una persona religiosa

Al ser preguntada sobre si se considera una persona religiosa, Donna D’Errico afirma que “totalmente. No me gusta el término espiritual porque creo que encierra una excusa. O eres religioso o no. No existe el ser espiritual, es un término tonto que se ha convertido en un cliché. Si no eres religioso, no lo eres y ya. ¿Qué significa ser espiritual? Voy a Misa todos los domingos y rezo el Rosario todas las noches con mis hijos”.

La madre de familia explica así la oposición que muchos en Estados Unidos intentan establecer entre los términos “religioso” y “espiritual” para justificar la postura de quienes, en el segundo caso, dicen tener alguna experiencia trascendente pero sin contar con religión alguna o “estructuras” como la Iglesia, por ejemplo.

Su pasado de chica Playboy
Sobre su pasado en la revista Playboy, Dona D’Errico afirma que “he cometido errores y he tomado opciones en mi pasado que no tomaría hoy. Ese es un capítulo en mi vida en el que he cerrado la puerta. Me parece que fue otra persona. No es quien soy hoy”.

La ahora catalogada como “actriz exploradora” permanece en Turquía realizando una serie de grabaciones para el documental que produce sobre el Arca de Noé.

Documental sobre el Arca de Noé
Dona D’Errico es madre de dos hijos y exesposa del líder de la banda de rock Motley Crye, Nikki Six, esta católica de 44 años. Confiesa a FoxNews su fascinación desde pequeña con el Arca de Noé y afirma que viajó a Turquía, específicamente al Monte Ararat, en donde algunos científicos afirman estaría la emblemática barca, para cumplir el sueño que tuvo desde pequeña cuando la historia bíblica la deslumbró.

Hace unos días, mientras escalaba el Monte Ararat sufrió un accidente y se golpeó el rostro y otras partes del cuerpo. Por error colocó una de esas fotos en su cuenta de Twitter para enviarlas a su familia y las imágenes se hicieron virales en Internet.

Sobre el Arca de Noé relata que “creo en lo que la Biblia dice. Además con el paso de los años ha habido registros históricos sobre el hecho de que el Arca de Noé puede estar en el Monte Ararat, así que no soy ingenua ni creo sólo en lo que dicen las Escrituras. Hay datos de la historia de gente respetable que han visto esto”.

En efecto, uno de estos registros data del año 2006 cuando la revista Space en Estados Unidos dio cuenta de unas investigaciones realizadas con fotografías de satélites sobre una “anomalía” que podría ser el Arca de Noé.

La anomalía está a 4.663 metros de altura, en la zona noreste del Monte Ararat. El tamaño de la formación, de acuerdo a las imágenes del satélite, 309 metros, equivaldría a los 300 por 50 cúbitos que medía el Arca de Noé, como explica el libro del Génesis.

En esta investigación, también están incluidas imágenes tomadas por la unidad aérea GeoEye´s Ikonos del satélite QuickBird, el Radarsat 1 de Canadá, y otras imágenes tomadas por varias agencias de inteligencia de Estados Unidos.
fuente : ACI 
Navegar en : http://paginasjanuacoelipuertadelcielo.blogspot.com/


sábado, 11 de febrero de 2012

KYLIE BISUTTI -Quiero honrar a Dios




Kylie Bisutti alcanzó su "gran sueño" en 2009 al incorporarse al elenco de modelos de Victoria´s Secret. Pero acaba de renunciar a él -aunque no al mundo de la pasarela- porque considera contrario a sus convicciones cristianas seguir exhibiendo su cuerpo en catálogos de lencería.

Recién casada a sus 23 años, Kylie considera que lo primero es su matrimonio: "Mi cuerpo sólo debe ser para mi marido. Eso es algo sagrado.Quiero que mi matrimonio sea sagrado, porque los índices de divorcio en Estados Unidos son altísimos y quiero hacer todo lo posible padra que mi matrimonio sea especial".

"Victoria´s Secret era mi mayor objetivo en la vida, es lo que siempre perseguí en mi carrera", declaró: "Y me gustó mientras estuve ahí. Pero cuanto más me convertía en modelo de lencería -y mostrar lencería no es ir vestido- comencé a sentirme cada vez más incómoda a causa de mi fe. Soy cristiana, estoy leyendo más la Biblia y cada vez me convence más. Pero ésta es una industria muy tentadora, he caído en demasiadas cosas en las que no habría querido caer".

"Quiero honrar a Dios y a mi cuerpo, y eso era contradictorio con el papel de mujer que sirve de modelo para otras mujeres. Una vez me estaba maquillando ante el espejo y una chica me miró y me dijo: ´Voy a comer menos para parecerme a ti´. Eso me rompió el corazón, porque no quiero ser de ese tipo de persona que le dijera a ella cómo ser hermosa. Miles de chicas creen que la belleza es algo exterior y realmente es algo interior", explica Kylie.

La joven modelo comprendió que "no estaba bien servir de modelo a chicas cristianas que viéndome pudiesen pensar que está bien pasearse en lencería delante de los hombres".

El próximo trabajo de BISUTTI será con Jennifer López, así que no abandona un mundo en el que espera seguir triunfando. Pero sin los condicionamientos con los que se estrenó en el mundo de las celebridades.

Ir a la pagina de Inicio, aquí 

martes, 7 de febrero de 2012

" EL DEMONIO ES PROTESTANTE " : DETALLES Y PASOS DE LA CONVERSIÓN DE UN PASTOR AL CATOLICISMO

TESTIMONIO DE PASTOR PROTESTANTE CONVERTIDO AL CATOLICISMO REVELA LO QUE HAY DETRÁS DE LA HEREJÍA PROTESTANTE
by Radio Cristiandad
-------------------------------------------------------------------------------------------------

Excelente Comentario en el Blog en la entrada #219 “Testimonios protestantes: PABLO OLIVARES le dice SI a Jesús”

de Oscar Llasa Funes:
Publicado en Octubre 2006

“El Demonio es protestante”

Testimonio de mi conversión al Catolicismo

Por Luis Miguel Boullón
El Demonio es protestante”, fue la primera frase que pronuncié, tras mi conversión, a quienes me escucharon por más de doce años como su pastor. El escándalo fue mayúsculo. Algunos ya habían notado que mis vacaciones fueron demasiado precipitadas y quizá hasta exageradamente prolongadas. Fueron unas vacaciones raras incluso para mi familia, que me veía reticente a las prácticas habituales en casa, como la lectura y explicación de la Biblia. Ya habíamos tenido demasiadas rencillas a causa de mis nuevos pensamientos.
“Al principio fue el Verbo”
Recuerdo vívidamente los primeros movimientos de rabia que tuve al leer un artículo en esta Revista que ahora aprecio tanto, como es la que me honra publicando este trabajo. Yo encontraba que la nota era demasiado radical en sus afirmaciones, demasiado rotunda para lo que yo estaba acostumbrado a leer.
No me dejaba muchos ‘flancos’ descuidados por donde atacar. O refutaba el centro del asunto o no tenia sentido desmenuzar tres o cuatro aspectos como se me había enseñado a realizar de forma automática e inconsciente. Generalmente los católicos tienen como que una cierta vergüenza por mostrar todas las cartas sobre la mesa, y como no muestran todo con claridad, es muy fácil prender fuego a sus tiendas de campaña, porque dejan demasiados lados flojos.
En lo personal nunca recurrí a lo que ahora entiendo como “leyendas negras”, porque me parecía que era inconducente debatir basándome en miserias personales o grupales sin haber derribado la propia lógica de su existencia. Eso hice con algunas sectas o con temas como la evolución o algunos derechos humanos según se les entiende normalmente.
Reconozco que muchos de los que en ese momento eran mis hermanos caen en ese error, tratando de derribar moralmente al “adversario” diciéndole cosas aberrantes sobre su fe. Pero basta un buen argumento, y bien plantado, para que uno se vea obligado a retirarse a las trincheras de la Biblia y no querer salir de allí hasta que el temporal que iniciamos se calme al menos un poco. Pero no nos funciona a todos el mismo esquema. Muchos no se rigen tanto por la razón como por el placer de vencer en cualquier contienda.
El artículo en cuestión me obligaba a pensar sólo con ideas, porque de eso trataba. Mi manual con citas bíblicas para cada ocasión me servía poco. Cualquier cosa que dijera sería respondida con otra. No era ese el camino.
Creo haber estado meditando en el problema unas cinco o seis semanas. Hasta que resolví acudir a la parroquia católica que quedaba cerca de mi templo. El sacerdote del lugar se deshacía en atenciones cada vez que nos encontrábamos. La verdad es que él estuvo siempre mucho más ansioso de verme que yo de verle a él. En ocasiones nos veíamos forzados a encontrarnos en público por obligaciones propias del pueblo. Pero de ordinario no nos encontrábamos. Era lo que ahora se llama un “cura nuevo”, con una permanente guitarra en las manos y muchas ganas de acercarse a mí.
Primera confesión de mala fe
Yo aprovechaba – Dios me perdone – de sacarle afirmaciones que escandalizaban a mis feligreses. El pobre nunca entendió que el ecumenismo muchas veces sirve más para rebajar a los católicos que para acercar a los separados. Uno tiene la sensación de que si la Iglesia puede ceder en cosas tan graves y que por siglos nos separaron, entonces realmente no le importaba tanto como a nosotros, que jamás cambiaríamos una sola jota de la doctrina.
Otra cosa que solía hacer – me avergüenzo al recordarla – era tirar a mis chicos a discutir con los de la parroquia. Los pobres parroquianos se veían en serios apuros en esas ocasiones.
En el fondo yo me aprovechaba de que los chicos católicos estaban muy mal formados. Como comentábamos a sus espaldas: sólo van a la parroquia a divertirse, para repartir cosas a los pobres y para hacer ‘dinámicas de vida’, pero de doctrina y de Escrituras no saben nada.
Nos gustaba vencerlos con las cosas más tontas posibles. A veces surgían temas más sabrosos, pero con los argumentos normales bastaba para al menos hacerles callar.
Esa tarde no estaba el sacerdote de siempre. Había sido removido de la parroquia por una miseria humana comprensible en alguien tan “cálido” en su manera de ser. Cayó en las redes del demonio bajo la tentadora forma de una parroquiana, con la que ni siquiera se casó.
A cambio del párroco de siempre salió a atenderme, con una cara menos complacida, un sacerdote viejo y de mirada penetrante. Lo habían ‘castigado’ relegándolo dándole el cuidado de la parroquia de nuestro pequeño pueblecito. En los últimos treinta años la población había pasado de mayoritariamente católica a una mayoría evangélica o no practicante.
Yo generalmente acudía para refrescar mi memoria y cargarme de elementos que luego trabajaba como materia de mis prédicas, o para sondear la visión católica de alguna cosa.
El Padre M. no fue tan abierto. Me recibió con amabilidad, pero con distancia. Le planteé asuntos de interés común y me pidió tiempo para aclimatarse y enterarse del estado de la feligresía. Noté que habían sido arrancados varios de los afiches que nosotros les regalábamos cada cierto tiempo y que constituían verdaderos trofeos nuestros plantados en tierra enemiga.
En verdad quedé un poco desarmado, pero logramos charlar casi de todo. Casi… porque en doctrina comenzó él a morderme. Yo comencé a responder como de costumbre, citando con exactitud una cita bíblica tras otra, para probarle su error o mi postura.
En un aprieto que me puso, le dije: “Padre M… comencemos desde el principio” Y el varón de Dios, a quien supuse enojado conmigo, me dice: “De acuerdo: al principio era el Verbo y…
Me largué a reír nerviosamente. Aparte de que me respondía con una frase utilizada en la Misa (al menos en la tradicional), ¡imitaba mi voz citando la Biblia!
“Pastor Boullón”, me dijo luego, “No avanzaremos mucho discutiendo con la Biblia en mano. Ya sabe usted que el Demonio fue el primero en todo crimen… y por eso también fue el primer Evangélico”.
Eso me cayó muy mal. ¡Me insultaba en la cara tratándome de demonio! Sin dejarme explicar lo que pensaba, se adelantó:
- Si… fue el primer evangélico. Recuerde que el Demonio intentó tentar a Cristo con ¡la Biblia en mano!
- Pero Cristo les respondió con la Biblia…
- Entonces usted me da la razón, Pastor… los dos argumentaron con la Biblia, sólo que Jesús la utilizó bien… y le tapó la boca.
Tomó su Biblia y me leyó lo que ya sabía: que cuando el Señor ayunaba el demonio le llevó a Jerusalén, y poniéndole en lo alto del templo le repitió el Salmo XC, II-12): “Porque escrito está que Dios mandó a sus ángeles que te guarden y lleven en sus manos para que no tropiece tu pie con alguna piedra”
Pero el Señor le respondió con Deuteronomio VI, 16: Pero también está escrito “No tentarás al Señor tu Dios”. Y el demonio se alejó confundido.
Yo también me alejé, como el demonio, confundido. Me sentía rabioso por haber sido llamado demonio, y por lo que es peor: ¡ser tratado como el demonio en el desierto!
Creo que fue la plática más saludable de mi vida.
La táctica del demonio
Llegué a casa rabioso. Me sentía humillado y triste. No era posible que la misma Biblia pruebe dos cosas distintas. Eso es una blasfemia. Forzosamente uno debe tener la razón y el otro malinterpreta. Busqué ayuda en la biblioteca que venia enriqueciendo con el tiempo. Consulté a varios autores tan ‘evangélicos’ como yo, pero de otras congregaciones. No coincidíamos en las mismas cosas, pese a que todos utilizábamos la Biblia para apoyar lo que decíamos y demostrar que los otros se equivocaban.
Me armé de fuerzas y a la primera oportunidad, caí sobre el despacho parroquial del Padre M. Me recibió tan amable como la vez pasada, sólo que esta vez su distancia la hacía menos tajante a causa de su mirada divertida y curiosa de la razón que me llevaba otra vez a su lado.
Le largué un discurso de media hora sobre la salvación por la fe y no por las obras. Concluí – creo – brillantemente con la necesidad de abandonar a la Iglesia. Y cerré tomando la Biblia del cura y le leí hechos XVI, 31: ¿Qué debo hacer para salvarme?, preguntó el carcelero. Cree en el Señor Jesús – respondió Pablo – y te salvarás tú y toda tu casa.
Bebí un sorbo del té que me había ofrecido y le miré desafiante, esperando su respuesta. Pasaron eternos minutos de silencio.
Cuando carraspeé, el sacerdote me dijo:
- “¿Continuará la lectura de San Pablo?”
- “Ya terminé, Padre M.”
- “¿Cómo que ha terminado? ¡Continúe! Vaya a Corintios, XIII, 32.
- Leí en voz alta: “Aunque tanta fuera mi fe que llegare a trasladar montañas, si me falta la caridad nada soy”
- Entonces la fe…
- La fe… la fe… la fe es lo que salva
- ¡Vaya novedad! Me dice riendo. ¡No se bien quien creó la estrategia protestante de argumentar con la Biblia, pero creo que bien pudieron ser los demonios que ahora encontraron un buen medio para salvarse.
- ¿Salvarse?
- Si.. salvarse, amigo mío. ¿Acaso no es el apóstol Santiago quien nos dice que hasta los mismos demonios creen en Dios? Y si sólo la fe salva…
- …
- No se quede en silencio, Pastor… siéntese aquí que se aliviará un poco. Si quiere seguir como el Demonio, tentándome con la Biblia, le recuerdo que ahí mismo se nos dice que esa fe no salvará a los demonios, porque “como un cuerpo sin espíritu está muerto, la fe sin obras está muerta” (c.II) Y aún así los católicos no decimos que sea sólo fe o sólo obras. Cuando al Señor se le pregunta sobre qué debemos hacer para salvarnos, Él dice “Si quieres salvarte, guarda los mandamientos” Ahí tiene usted la respuesta completa.
Me acompañó hasta la puerta y me dijo: Le dejo con dos recomendaciones. La primera es que se cuide de sus hermanos de congregación. Ya sospechan de usted por venir tan seguido. La segunda es que vuelva usted cuando me traiga alguna cita bíblica – sólo una me basta – en que se pruebe que solo debe enseñarse lo que está en la Biblia.
Caminé a casa más preocupado por los comentarios que por el desafío. Eso sería fácil.
“Sólo la Biblia”
Mientras buscaba una cita que respondiera al sacerdote, caí en cuenta de que estaba parado en el meollo del asunto que por primera vez me llevó a esa parroquia con otros ojos. “Si es sólo la Biblia”, me dije, “entonces el problema del artículo queda resuelto: se debe probar por la Biblia o no se prueba”.
Ya imaginarán ustedes el resultado. Efectivamente no encontré nada. En años de ministerio, jamás me percaté de que lo central, esto es, que sólo debe creerse y enseñarse la doctrina contenida en la Biblia, no está en la Biblia. Encontré numerosos pasajes bíblicos que le conceden la misma autoridad que a las enseñanzas escritas en la Biblia a las doctrinas transmitidas por vía oral, por tradición.
Desde este punto en adelante muchos otros cuestionamientos fueron surgiendo de la charla con el Padre M. y de la lectura de esta revista y de mucha literatura escrita con fines apologéticos.
El pago del mundo
Por un momento distraeré la atención de mis incursiones a la parroquia católica. Quizás sea porque un sacerdote es esencialmente distinto a un “Pastor” protestante, o quizás por la experiencia de distintos ordenes (confesión, dirección espiritual, etc.), el Padre M. acertó en su advertencia sobre las miradas que me dirigían mis feligreses a causa de esas visitas “no estrictamente ecuménicas”.
Yo aún no me había percatado de esa desconfianza, pero observando con mayor atención notaba reticencias, censuras y reproches indirectos. Aún la guerra no se declaraba. Sólo desconfiaban.
Me decepcioné mucho, pero no me dejé vencer por la tentación. El demonio – pensaba – me estaba tentando con Roma y para eso endurecía los corazones.
Pasada una semana de angustias, me senté con mi esposa para charlar. Necesitaba desahogarme. Me encontraba en un punto tal que no quería volver a la parroquia católica pero tampoco me sentía en paz con eso.
Después de la cena, oramos con los chicos y se fueron a dormir. Me sentí y abrí mi corazón a mi esposa. Ella había sido una amante confidente y mi compañera de penurias y alegrías. Me escuchó con atención.
Sus palabras fueron tan sencillas como su conclusión: debía alejarme inmediatamente del sacerdote católico y tratar de recuperar la confianza de mis feligreses. Eso era lo prioritario. Teníamos una obligación de fe y teníamos que mantener una familia. No se hablaría más. El caso estaba resuelto… para ella.
Traté de cumplir con todo. Ella siempre fue la sensatez y me refrenaba en las locuras. Dejar de ir a la parroquia fue más fácil para el cuerpo que para mi alma. Algo me atraía de ese ambiente, y por lo demás deseaba la compañía de ese sacerdote provocador y bonachón.
Más difícil fue ganarme la confianza de los feligreses. Me exigían como prenda evidente que atacase más que nunca a la Iglesia para demostrar públicamente que no les guardaba ninguna simpatía.
Esto me costó, pues tenía que predicar omitiendo aquellos puntos en los que difería ya de mi anterior pensamiento.
Con el tiempo, mi familia y mis feligreses me dieron vuelta sus espaldas y fue la gran cruz que tuve que soportar por amar a Cristo en Su Iglesia.
Mi querido amigo se despide
No he querido exponer aquí todas las cosas que charlamos con el buen Padre M. durante semanas y semanas. Yo le visitaba furtivamente y el me acogía con amable paternalidad. Yo daba vueltas en torno al tema e intentaba responder a las sabias preguntas con las que me desafiaba. ¡Cómo detestaba tener que darle la razón!
El tiempo me fue haciendo más perceptivo a sus sutilezas e ironías. De alguna forma misteriosa este sacerdote me tenía cautivado. Me acorralaba hasta la muerte, pero me daba siempre una salida honorable. Le gustaba desmoronar todos mis argumentos.
Su estilo era único: destrozaba mis argumentos, acusaciones y refutaciones primero desde la lógica, dándome dos posibilidades… o quedar como un tonto o verificar por mi mismo esa estupidez. Luego, y sólo luego, me invitaba a revisar el punto que yo trataba – si tenía sentido – desde el punto de vista de las Sagradas Escrituras. Supongo que uno de sus mayores puntos fuertes era su sólida cultura y su gran vida de piedad.
Recuerdo perfectamente una fría mañana cuando recibí un aviso telefónico de la parroquia. Me pedía que le visitara en un hospital de los alrededores. Sin meditar en las normas de cautela que tomaba para evitar que mis feligreses se irritaran aún más conmigo, abandoné todo y partí. Ahí me enteré del doloroso cáncer que padecía – jamás dio muestras de sufrir – y del poco tiempo que le quedaba. La cabeza me daba vueltas. Sentía dolor por la partida de quien ya consideraba un amigo.
Tomé una decisión: haría pública nuestra amistad y le visitaría a diario. Pocos días después le trasladaron, a petición suya, a su residencia.
Desde ese día le acompañé a diario. Dejé muchos compromisos de lado. La tensión comenzó a crecer hasta llegar a agresiones verbales abiertas y amenazas de quitarme el cargo y el sueldo. Mi familia estaba amenazada con la pobreza.
Fueron días de mucha angustia. Sabía que caminaba por los caminos correctos. Incluso pensaba en hacerme admitir en la Iglesia. Los temores y las dudas de antes de la internación del Padre M. se disiparon. No quería arrepentirme de mis errores ni recibir el perdón y el consuelo de nadie más. Pero la situación que me rodeaba era tan compleja que me paralizaba.
Recé muchísimo y acudí a pedir el consejo del Padre M. Él me recibió con mucha amabilidad y escuchó con atención mis problemas. Él ya los conocía. Me habló de la fortaleza de esos mártires que no tuvieron en cuenta ni la carne ni la sangre ni las riquezas, sólo amaron la verdad y dieron público testimonio de su adhesión a la fe. “Más vale entrar al Cielo siendo pobres que irse al infierno por comodidades”, sentenció.
Como adelanté al principio, reuní a mis feligreses y les hice una declaración de mi conversión. “¡El Demonio es protestante!” les dije para abrir la charla. Luego fueron abucheos y no me dejaron terminar las explicaciones.
Mas tarde reuní a mi familia y les platiqué de cada punto, y respondí a todas las objeciones de fe y de la situación. Mi esposa no discutió mucho: me expulsó de casa. Esa noche dormí acogido por el Padre M. quien me tranquilizó respecto al altercado. Desde entonces y después de pasados años de mi conversión nunca más fui admitido en casa como padre y esposo. Hoy les visito con tanta frecuencia como me permiten, pero sus corazones siguen muy endurecidos. El Padre M. tuvo muchas palabras para mí, pero las que más me llegaron fue su confesión de ofrecimiento de su vida por la salvación de mi alma… y que con gusto veía el buen negocio ya cerrado. Dios escuche las plegarias de mi buen amigo en el Cielo por mi esposa y mis seis hijos para que a su tiempo y forma vivan la vida de gracia de la santa fe
Roma… mi dulce hogar
Rogué al buen sacerdote me preparara para abjurar mis errores y ser admitido en la Iglesia. Dispuso de todo y una mañana de abril de 2001 fui recibido en el seno de la Esposa de Cristo. En junio de ese mismo año mi querido amigo entregó su alma al Señor, siendo muy llorado por todos cuantos le conocimos mejor. Le lloraron los enfermos y presos que visitaba, los niños y jóvenes de catequesis, los pobres y necesitados que consolaba, los fieles que acudían a él en busca de consejo y del perdón de Dios. En tributo a él escribo estas líneas. Mi querido sacerdote y Revista Cristiandad.org fueron mis dos grandes apoyos e impulsores tanto de mi conversión como de mi impulso apostólico al trabajar especialmente con los conversos y preparados para la conversión.
Tras su partida la parroquia fue administrada por un sacerdote más cercano al estilo del predecesor del Padre M. Yo sentí mucho esto porque con su prédica y actuar desmentía muchos de esos grandes principios eternos que había conocido y amado.
A veces me pregunto por la oportunidad de muchos cambios que se hacen más para contentar a los malos que para agradar a los buenos. Recuerdo que mi sacerdote amigo no era muy afecto a ceder ante nosotros, sino mas bien a mostrarnos todas las banderas, incluso las más radicales. Y éstas fueron, precisamente, las que más me indignaron pero a un mismo tiempo me atrajeron.
Pero persevero en el amor a la Iglesia de siempre, a esa doctrina de la que el Señor dijo que pasarían Cielo y Tierra pero que ni una sola jota sería cambiada.
Bien se por experiencia propia y por la de tantos que han compartido conmigo sus testimonios de conversión, que esos coqueteos con el error no producen conversiones. Y las pocas que se producen son de un género muy distintopor superficiales y emocionales de las verdaderas conversiones, esas que producen santos. La realidad es la que constataba a diario como Pastor protestante, cuando la poca preparación de los católicos y la confusión que produce el falso ecumenismo llenaban las bancas de nuestras iglesias y los bolsillos de nuestras congregaciones evangélicas. La ignorancia religiosa de los fieles es la cosa más agradecida por las sectas, porque al ser muchas veces hija de la pereza espiritual se acompaña por la pereza intelectual. Basta entonces cualquier cosa que les emocione, que les haga sentir queridos, y luego viene el sermón acostumbrado para hacerles dudar primero y luego darles respuestas rotundas. Eso los desestabiliza y luego les atrae nuestra seguridad. ¡Y luego salimos a la calle a gritar contra los dogmas!


Ahora, junto con ustedes, puedo acudir a los pies de María Santísima y pedir que por amor a la Divina Sangre de Su Hijo Amado obtenga la conversión de los paganos, de los herejes y cismáticos y que haciendo triunfar a la Iglesia sobre Sus enemigos instaure la Paz de Cristo en el Reino de Cristo.

Ir al inicio de la página , aquí 

lunes, 23 de enero de 2012

El caso de Steve Mosher

 
Aborto y conversión al catolicismo: ¿por qué hay una relación? El caso de Steve Mosher
La causa provida se está revelando capital para la nueva evangelización. La historia de uno de sus grandes activistas es el mejor ejemplo.
C.L./ReL  

En 1979, Steve Mosher era, aunque joven, uno de los sociólogos estrella de la Universidad de Stanford, en California: un antropólogo progre en una universidad progre en una época progre. Era, por supuesto, pro-choice [pro-elección], es decir, partidario del aborto. 

Y su buen posicionamiento en el establishment académico le convirtió en el primer investigador a quien el gobierno chino autorizaba a viajar al país para estudiar el impacto de las políticas de hijo único que aplicaba el régimen comunista para limitar la natalidad.


Mosher estuvo varios meses en Guangdong y Ghizou, volvió y publicó un artículo. Tras hacerlo, Pekín le prohibió la entrada en el país y consiguió en 1985 que Stanford le expulsase. En aquellos tiempos en que la mayor parte de los claustros de ciertas disciplinas (como la sociología o la antropología) admiraban a Mao Tse Tung o Fidel Castro, casi no hizo falta ni presionar para ello.


Un 10 en la escala del mal

Y ¿qué había escrito Mosher? Lo que vio: "El infierno". Acompañó a los representantes del Partido a aplicar en un pueblo la política del hijo único. "Las madres lloraban, suplicaban piedad, pedían por los niños que iban a morir. Una cosa es pensar sobre el aborto en abstracto, pero cuando ves un feto a los siete meses de gestación... es un bebé, realmente uno de nosotros", explica Steve a National Catholic Register al recordar aquellos momentos.


"Es como si las puertas del infierno se hubiesen abierto ante mí. Todas mis especulaciones fueron barridas del mapa por la brutalidad de los hechos: la humanidad de todos esos niños y su asesinato. Inmediatamente comprendí que abortar es quitar una vida humana, y me convertí en provida", afirma: "En una escala del mal de 1 a 10, aquello era el 10. Así que si existía el mal absoluto, deduje que tenía que existir el bien absoluto... o este mundo estaba completamente loco".
Dios y el padre Marx le esperaban
Mosher regresó a Estados Unidos con esa idea en la cabeza, y fue así como, primero, descubrió a Dios: "Si buscas el bien, encontrarás a Dios, porque es la fuente de todo el bien del Universo".

En esa búsqueda, Steve se encontró con la Iglesia católica: "Era la única organización quedefendía coherentemente la santidad de la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural, y había conservado la verdad en su plenitud. Otros habían abandonado partes de ella, si no toda".

La mujer de Steve, Vera, era católica de nacimiento, y comenzaron a ir juntos a misa. Mosher conoció al benedictino Paul Marx (1920-2010), fundador de Human Life International (HLI), una de las más poderosas organizaciones provida del mundo, y con el tiempo se bautizó y se unió a él en su tarea. Actualmente dirige en el estado de Virginia el Instituto para la Investigación sobre la Población, y mantiene su colaboración con HLI.
"Ver a un feto abortado le afectó en lo más profundo", explica Vera: "Él tuvo un padre menos-que-perfecto, pero cuando conoció al Padre del cielo y el amor y perdón que ofrece, quiso hacerlo él mejor con sus hijos".
Nueva evangelización
El impulso que la causa de la vida ha cobrado en todo el mundo en los últimos años, hasta el punto de invertir por primera vez la tendencia de la opinión pública en Estados Unidos, por ejemplo. 

Y se está revelando un factor importante en la nueva evangelización. Muchos anti-abortistas descubren que sólo la Iglesia mantiene en todo el mundo y a todos los niveles un mensaje provida claro y valiente, cueste lo que cueste. Y frente al abortismo de la ONU es la gran autoridad mundial de referencia en defensa de la vida, algo que anima a quienes, como Steve Mosher, descubren de golpe lo que hay realmente detrás de cada embarazo suprimido.

Fuente : Religión en libertad.

Ir al inicio de la página , aquí

domingo, 15 de enero de 2012

CONVERSIÓN DE SALLY READ , POETA ATEA

La ética sexual le parecía un obstáculo al principio
La atea que encontró a Dios mientras escribía un libro sobre vaginas: hoy es católica y ermitaña
«No hubo una alucinación visual o aural, ni nada que como poeta pueda usar como metáfora para explicar lo que pasó», afirma, meticulosa, esta especialista en desórdenes mentales. «Me sentí como un amnésico con un ataque de pánico que de repente ve a alguien que conoce entrar en la habitación».


Sally Read nació en Suffolk, Inglaterra, en 1971. "Fui educada como atea, el credo de la no-creencia estaba en mi sangre, el cristianismo era un síntoma de debilidad mental y de intolerancia", escribe en su testimonio, recién publicado por The Tablet. "Mi bisabuelo era un Orangeman [militante unionista anticatólico] en Irlanda del Norte, vengo de generaciones de protestantes de línea dura convertidos en ateos. Ahora, cuando rezo el Rosario, me pregunto qué mujer entre mis ancestros fue la última en hacerlo y si lo dejó con facilidad".
Sally se formó y trabajó como enfermera psiquiátrica, pero en los últimos años se ha podido dedicar con más asiduidad a su pasión: la poesía. En 2001 recibió el premio Eric Gregory de la Society of Authors y ha publicado ya tres antologías (pueden explorarse en su blog ( www.farnearness.blogspot.com ). En YouTube se puede ver un vídeo de un minuto y medio en el que recita uno de sus poemas.

Todo en su vida se transformó en primavera de 2010 por la causa más extraña: ¡buscaba monjas para preguntarles por su vagina!


"Me embarqué con un médico en la co-escritura de un libro sobre la vagina, una guía de autoayuda para la parte de su cuerpo más incomprendida, La Vagina, Guía de la Propietaria", explica Sally. No le costó entrevistar a lesbianas y a prostitutas sobre ello, pero necesitaba entrevistar alguna monja. Puesto que vivía cerca de Roma, éstas abundaban pero antes quedó con un cura que le habían recomendado como amigable para que él le condujese a alguna religiosa dispuesta a hablar. "Querido padre, estoy escribiendo un libro sobre vaginas...", le escribió Sally.

El diálogo que abrió la "estática de fondo"
El cura agradable y la atea se encontraron, pero no solo hablaron de vaginas sino de religión. "Después de una vida de ateísmo apasionado y de aborrecimiento visceral de la Iglesia Católica, le pregunté si le importaba que le hiciera algunas preguntas. Saltaron las chispas.Nuestro debate llegó a afectar a mi trabajo, mi sueño, mi bienestar... no es que sus argumentos me convenciesen, ni que desease desesperadamente convencerle yo. Pero mi mente pareció inclinarse a escuchar una estática cruda y dolorosa de fondo, que yo no podía apagar". 
La autora que intuye un Autor
Lo que pasó después con Sally parece ilustrar el poema Mythopoeia de J. R. R. Tolkien: "El hombre es subcreador... aún construimos según la ley en que se nos construyó". Es decir, igual que el hombre crea personajes y personalidades, Dios crea al hombre. No es que Sally mencione a Tolkien, pero su experiencia señala esa línea.
"Fue casi un salto intelectual: la posibilidad de Dios. Yo estaba escribiendo una colección de monólogos con las voces de pacientes psiquiátricos, y en medio del dolor y la desazón habitual de la creación escrita de repente entendí que mi acto de crear las voces de esas personas dañadas estaba ligado a una creación que lo englobaba["overarching creation"]. Que podía haber un Autor último. Me llenó una alegría latente a la que apenas osaba inquirir".

De Dios, a Cristo
Se lo comentó al cura y éste le dijo: "reza por mí". Ella no sabía rezar, nunca lo había hecho, pero cada día se paraba en una iglesita carmelita junto al mar, se sentaba y escuchaba. "Estaba abierta a la presencia de Dios, pero aún no era cristiana, y estaba muy lejos de ser católica".
En esa iglesia había un icono de Cristo. Ella le miraba, sin oración. Un día ella le habló en voz alta y le pidió ayuda. "No hubo una alucinación visual o aural, ni nada que como poeta pueda usar como metáfora para explicar lo que pasó", afirma, meticulosa, esta especialista en desórdenes mentales, acostumbrada a escuchar a locos de varios tipos, meterse en su mente, escribir con sus voces. "Me sentí como un amnésico con un ataque de pánico que de repente ve a alguien que conoce entrar en la habitación". 

Sally luego descubrió que la filósofa agnóstica judía Simone Weil tuvo una experiencia similar: "Cristo mismo ha descendido a mí y me ha tomado", escribió Weil. "Era algo distinto a todo lo que he experimentado y es imposible de replicar internamente. No tuve y no tengo dudas de que era la presencia de Cristo", escribe Sally, rotunda.
De Cristo, a la moral sexual cristiana
"En los círculos que frecuentaba en Londres, elegir ser católico era como admitir que eras racista, homófobo o sexualmente reprimido", explica Sally con franqueza. "Como la mayor parte de las mujeres británicas en esos días, me hice sexualmente activa al mismo tiempo que aprendía a conducir y con el mismo pragmatismo: ´ya toca, tengo que salir por ahí si no me quiero quedar atrás´. Para mí, la mayor piedra de tropiezo que dificultaba mi entrada a la Iglesia era la doctrina sobre la homosexualidad, la masturbación y la contracepción. Pensé que nunca podría pertenecer a una iglesia tan didáctica en sus creencias, tan estrecha en su visión de la sexualidad".

Pero ahora su libro sobre vaginas ya no avanzaba casi, "mi apetito por el proyecto se estaba desvaneciendo", escribe Sally. Y recordaba cosas de su pasado. Como ese amigo que se había acostado con una amiga común a la que él detestaba. "¡Pero si no la aguantas!", le dijo Sally. "Oh, bueno, Sally, a veces los hombres somos como perros, simplemente tenemos que hacerlo", farfulló él.

un antiguo novio que tuvo, "incapaz de tener relaciones sexuales por su adicción a la pornografía y la sodomía ["buggery"]. Admití lo que hacía tiempo que sabía: que el sexo como recreación era algo que me deprimía. Siempre supe que me había provocado sufrimiento, y empecé a entender, con alivio espléndido, que no había nada anormal en mí".

"También como poeta he analizado comportamientos sexuales. Hay personas, católicas y no católicas, que creen que la naturaleza explícita de mis escritos sobre sexo no encajan con mis nuevas creencias, pero esos poemas, que investigan la sexualidad y la violencia, no puede decirse que sean un elogio a los gozos del sexo casual. Lo físico y la sexualidad siempre me han obsesionado, y empecé a entender que esto era por la unidad ineludible del cuerpo y el alma".

Conversión racional...
Sally explica que para ella los sentidos son importantes: poder experimentar las cosas por el tacto, el olfato, el oído... Pero sus sentidos fueron los que le llevaron a Dios. "Podía racionalizar, pero toda mi racionalización no podía alterar la profunda racionalidad de mi encuentro con Dios. Se escribe acerca de conversiones intelectuales, espirituales y morales. Pero fue a través del corazón -me refiero a la parte más instintiva, sensible, la razón última- como Dios me ganó".

Ansia de Eucaristía por las calles de Londres
Ese verano, estando en Londres, Sally intentó encontrar una iglesia para pararse un momento. En la famosa parroquia de St Patrick en el Soho, una parroquia evangelizadora y renovada en zona de prostitutas, estaban cerrados por obras. Cualquier otro templo era protestante o estaba cerrado. Ella sintió hambre espiritual. "Sabía que no podía ser cuáquera, sentarme en un círculo, sin que me toquen. Sabía que no podía ser protestante, fingiendo que una galleta era el cuerpo de Cristo".

"Caminé por las calles sintiéndome por primera vez extranjera en Londres. De repente, el milagro de encontrar una puerta abierta con una vela junto al tabernáculo no era poca cosa. En Italia yo ya iba a misa, durante la comunión rezaba, a veces llorando, a veces sólo fascinada ["awed"]. Lo más importante de todo esto, entendí, era estar con Cristo, era la liturgia misma. Caminé durante una hora, sin la esperanza siquiera de una misa, sólo queriendo sentarme junto al Santísimo Sacramento. ¡Aún no había oído hablar de la adoración!" Esa tarde, junto a la estación de Liverpool Street, "supe que yo ya era católica".

La Iglesia, un poema intrincado
"Revelar que soy católica no ha sido fácil; entiendo a los que me buscan con ganas de pelea: ¿cómo explicar experiencias tan profundas, un amor tan profundo?", añade Sally. "Se ha dicho antes: ser católico es como estar enamorado. Como poeta de una cultura secularísima he podido entender que la Iglesia es como el poema definitivo, una composición intrincada de alegoría y realidad, que intenta dar imagen a la presencia de Dios en la tierra. Por cierto, el libro de la vagina quedó archivado en una estantería..."

Poetisa y ermitaña
Sally terminó su libro de poesías que dan voz a enfermos mentales, un libro que surgió a partir de su relación con un anciano mudo y esquizofrénico que enloqueció cuando perdió a su madre en la Segunda Guerra Mundial. Ella también colabora con La Compagnia delle Poete, una cooperativa de poetas teatrales italianos. Y vive como semi-ermitaña en la Ermita de los Tres Santos Jerarcas (San Basilio, San Gregorio Teólogo y San Juan), una comunidad de ascetismo con votos públicos de pobreza, castidad y obediencia, que combina lo activo y lo contemplativo 

Ella dice que ser poeta y ermitaño es muy compatible: pobreza, poca atención a quién te lee o te publica, poco control sobre tu obra, soledad, presencia de Dios...

Pablo Ginés.
fuente : religión y libertad 


Ir al inicio de la página , aquí